domingo, 12 de diciembre de 2010

Paisajes sonoros

El premio Turner de arte contemporáneo se concede cada año, desde 1984, a artistas nacidos o residentes en Gran Bretaña. Han sido galardonados con él artistas tan prestigiosos como Anish Kapoor, Richard Long, Gilbert and George o Tony Cragg y también en su momento artistas menos conocidos pero tan provocadores como Damien Hirst. Este año la galardonada ha sido la escocesa Susan Philipsz. Por primera vez se ha premiado una obra sonora. Su nominación al premio Turner ha sido por su obra Lowlands, presentada en un festival de arte en la ciudad de Glasgow.

Para esta obra la artista canta una antigua canción escocesa del siglo XVI y emite esa grabación entre los arcos de un puente. La canción es un lamento de despedida cantada por los marineros escoceses. Encontró tres versiones diferentes de la canción y grabó las tres que resuenan en diferentes lugares del puente. El sonido de las tres versiones se mezcla según avanzas por ese espacio y la música se confunde con los ruidos y sonidos de la ciudad. La autora habla de cómo busca transmitir y promover una experiencia íntima ligada a los ecos de esa triste canción en un lugar público, un lugar de paso, en el que la gente no espera encontrar una atmósfera como la que crea esa melodía en ese ambiente. En realidad está creando un nuevo paisaje sonoro.

La artista, que comenzó como escultora, considera sus obras sonoras como una extensión o evolución de su idea de la escultura. El sonido para Susan Philipsz es un elemento que transforma, como la escultura, un espacio. Que hace que cambie nuestra percepción y experiencia del mismo. Esos sonidos pueden hacernos más conscientes del lugar y de sus características arquitectónicas o simbólicas. En su trabajo busca también la sorpresa y las reacciones que produce en el público ese sonido en un lugar no esperado, como puede ser un supermercado o un espacio público urbano.



El que este premio haya ido a para a una obra de arte sonoro indica el tirón que este tipo de arte posee actualmente. Muchos artistas están investigando con las posibilidades de interacción entre lo visual, lo espacial y el sonido. Es una idea muy atractiva y que puede tener diversas aplicaciones creativas y educativas. Un primer paso es ser conscientes del paisaje sonoro de nuestro entorno: ¿Qué sonidos existen a nuestro alrededor? ¿Somos conscientes de cómo condicionan nuestra experiencia cotidiana de la escuela, el lugar de trabajo, la calle, el barrio, la ciudad? ¿Hasta qué punto nuestra vivencia de esos lugares está influida por los sonidos? ¿Qué tal como primer paso, coleccionar sonidos y realizar un mapa sonoro de nuestro entorno?

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